lunes, 7 de mayo de 2012

シエナガマグダレナ
Ciénaga (Magdalena)

Ciénaga, municipio de Colombia que pertenece al departamento del Magdalena, localizado a orillas del mar Caribe, en el extremo nororiental de la Ciénaga Grande de Santa Marta. La población se encuentra a una altitud de 3 msnm y la temperatura tiene un promedio de 34 °C. Dista 35 km de la ciudad de Santa Marta. La localidad fue catequizada (mas no fundada puesto que ya existía)por Fray Tomás Ortiz en 1538 y ha tenido diferentes nombres, como el de Aldea Grande y San Juan Bautista de Córdoba. En 1715 fue reorganizado el poblado por Fernando Mier y Guerra, alcanzando la categoría de municipio en 1867. La actividad económica predominante fue, durante mucho tiempo, el monocultivo del banano que ahora es reducido, dando paso a una gran diversidad de productos agrícolas y a la ganadería.
Actualmente esta ciudad se ha convertido en un sitio de interés turístico debido a la filmación de películas como Juana tenía el pelo de oro de Pacho Bottia y de novelas como La marca del deseo, en la que recibe el nombre de Pueblo escondido.
Según Richard McColl periodista de la BBC de Londres "Ésta es la capital del país del realismo mágico colombiano"

Historia arquitectónica


Plaza del Centenario de Ciénaga

Sin duda alguna Ciénaga cambio su aspecto colonial, sencillo y austero en la década de 1920 – 1930 dentro del marco de la bonanza bananera. Según el historiador Guillermo Henríquez, los viajeros cienagueros, enriquecidos con la bonanza, viajaban a Europa y, muy interesados en poner al día su ciudad, en el lenguaje éclectico o neoclásico imperante allí, llegaban colmados de ideas renovadoras y, en muy pocos años cambiaron el ropaje de viviendas y edificios públicos. En aquella época estaban en apogeo las formas del Art Noveau, Modern Style y Liberty, que recogían las ideas filosóficas liberizantes alumbrados al nacer del nuevo siglo estas corrientes llegaron a esta ciudad y la influenciaron en gran medida a la ciudad gracias a los viajes de la gente pudiente de Ciénaga.
Según Elías Eslait Russo, un reconocido historiador cienaguero, el crecimiento de Ciénaga originó importantes cambios en el aspecto arquitectónico, “De ser una aldea indígena pasó a se una población con características modernas, las que fueron traídas directamente desde Europa, dando estilo a un origen a un estilo, en el que amalgaban elementos de la arquitectura caribeña con los “importados” de Europa, motivo que hace de su arquitectura, algo especial en la carta colombiana”.


Templete de Ciénaga

Para Guillermo Henríquez, “esta arquitectura éclectica que tomaba un poco de los estilos anteriormente anotados y otro tanto de los cánones clásicos, rezagó a un “neoclasicismo” parisino, involucrados dentro de las viejas formas españolas de construcción, se vio aparecer en las diferentes mansiones que fueron construidas en Ciénaga, Cartagena, Barranquilla y parte de Santa Marta”.
Sin embargo muchos coinciden en que hay que reconocerle a la United Fruit Company (Compañía Exportadora de Banano de esa época) en impulso inicial en el cambio de costumbres, lo que generó este tipo de arquitectura que hoy en día es reconocido a nivel nacional y que llamó la atención para que hoy en día es reconocido a nivel nacional y que llamó la atención para que por resolución 016 de 1994 el Consejo de Monumentos Nacionales declarará a Ciénaga como Monumento Nacional de Colombia, en su Centro Histórico.

Iglesia San Juan Bautista. Vista lateral

También existe muestra de arquitectura Art Nuveau en algunos edificios de la compañía Drumond, inspirada en la arquitectura de los años 20, uno de estos edificios es la aduana municipal.



La Masonería de San Juan de la Ciénaga o San Juan del Córdoba, en su nacimiento está ligada a la Masonería de Cartagena  de Indias, y por ende, ambas están concatenadas con el desarrollo de la masonería colombiana, antes y después de la independencia.

Al revisar la historia de la Nueva Granada, en los días de la conquista, encontramos al gobernador y fundador de Cartagena de Indias, el adelantado Don Pedro de Heredia, ostentando sobre su sayo de guerrero, las insignias masónicas del compás y la escuadra, siendo así el primer masón que puso sus plantas en territorio virgen de América, en donde se creó el Nuevo Reino de Granada.

La historia de la Masonería en esta ciudad, se remonta a más de cien años atrás, y está ligada a la respetable Logia Simbólica  Benemérita y Centenaria "Unión Fraternal" Nº 45 -1 del Valle de Ciénaga, que es la logia más antigua del departamento del Magdalena, Institución Masónica Colombiana que el día 27 de agosto de 1987 celebró con gran pompa el primer centenario de su fundación, y por ende, de su labor ecuménica durante su tránsito luminoso, en pro del progreso y adelanto de la gran fraternidad universal.



La vieja mansión -hoy en ruinas- que asombró y sigue asombrando a los del pueblo por lo imponente de su arquitectura republicana, mantiene vivo un mito que a principios del siglo pasado se extendió desde Ciénaga (Magdalena) a toda la zona bananera.
De Varela se ha dicho de todo en Ciénaga, como que cada año entregaba una persona al diablo para aumentar sus riquezas.", dice Alfredo Lomanto, un médico de 80 años, quien conoció al hombre que dio vida a esta leyenda.
Un campesino pobre.


De Manuel Varela también se cuenta que era delgado, moreno y de rasgos indígenas, que llegó a Ciénaga a mediados de 1908 desde el Atlántico, cuando el pueblo era el epicentro del desarrollo de la Costa, pues era sede de la multinacional United Fruit Company, ama y señora del banano de la región.
Los habitantes de esa época no se explicaban cómo ese misterioso forastero logró acumular riqueza en corto tiempo. Las tierras de Varela llegaron a ser tan extensas que tuvieron línea férrea, algo sorprendente en esos días.
El mito sobre su pacto con el diablo se teje porque él logró construir una mansión de la noche a la mañana, manda a sus hijos a estudiar a Europa y tiene hasta un tranvía propio para sacar su producción", cuenta el historiador y escritor Guillermo Henríquez.



Ciénaga, Magdalena, es un pueblo más de la orilla de la carretera. A no ser -claro está- que usted se detenga a evocar sus pasadas glorias. 
Un general Cortés de ingrata recordación fue quien dio la orden. Los soldados, todos ellos cachacos, abrieron fuego sobre la multitud ese 6 de diciembre de 1928 en la estación del ferrocarril de Ciénaga, Magdalena, para poner fin a una huelga que ya casi completaba un mes. No se sabe luego quién exageró más; si lo hizo el mismo general Carlos Cortés Vargas al afirmar impertérrito que los muertos no pasaban de la decena, mientras celebraba el triunfo de la gente decente sobre la guacherna (en palabras de Alfredo Iriarte), o si lo hizo Gabriel García Márquez en su versión novelada cuando escribió en Cien años de soledad que los cadáveres ocupaban vagones enteros de un tren interminable. Muchos siguen creyendo hoy la versión de Gabo, a pesar de que él mismo confesó su propia exageración: "No podía ceñirme a la realidad histórica. No podía decir que hubo 3, ó 7, ó 17 muertos. Con ellos no llenaría ni un vagón pequeño. Así que me decidí por tres mil muertos porque esto se acomodaba a la dimensión del libro que estaba escribiendo." Sea como fuere, es difícil ubicar hoy en Ciénaga el sitio en donde ocurrió la famosa masacre de las bananeras. Qué haremos con esa tendencia nuestra a desdeñar el pasado, particularmente si es políticamente inconveniente. La estación fue demolida hace años, los rieles levantados, y un desordenado y bullicioso complejo comercial se alza hoy en el trágico lugar. 


La masacre es una herida que aún sigue abierta y lo seguirá estando por mucho tiempo y aunque se trate de cicatrizar no podrá, estará en todas y cada una de las memorias latentes. Siempre que camino por las calles de mi Ciénaga y veo ese monumento llamado “El Mártir de las Bananeras” más conocido como “El Negro de la Estación” y vienen a mi mente los recuerdos de aquello que sucedió hace 82 años.

Realizado Por: Daniela Nuñez & Jose Quinto